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TURISMO COMO SOLUCIÓN AL CAPITALISMO

El capitalismo es el sistema que sostiene el mundo, y este depende del constante crecimiento que, ante las diferentes crisis, su solución se resume a la idea de atraer consumidores y, por lo tanto, capital.

El sector turístico no se libra, y basarse en este sistema trae consecuencias, como el turismo masivo, la turismofobia o la sobreproducción, entre otras. En su mayoría, consecuencia del deseo del crecimiento económico de los países (cada vez más dominados por empresas extranjeras que por sus propios gobiernos), o de la promoción turística sin límites y, por lo tanto, masificación, protestas sociales, incluso desplazamiento de la población local. Sin olvidarse de la producción derivada de la extracción de los recursos naturales (cada vez más limitados) y, por lo tanto, el incremento de su precio: haciendo que la demanda disminuya y, finalmente, provocando un estancamiento económico derivado de la sobreproducción.

La forma más fácil de atraer consumidores y capital es mediante la creación de destinos turísticos. Siendo necesario para ello, la creación de espacios agradables, áreas higienizadas, seguras, oportunidades para el consumo, sensación de lugar de clase media… Con el objetivo de atraer nuevos consumidores que supongan el incremento del capital, haciendo que el futuro de los destinos dependa de si este esté adaptado, no solo para vivir sino también para visitar.

Estos espacios de consumo creados para la atracción de turistas o residentes temporales hacen que el valor y precio del suelo y de los inmuebles tanto residenciales como comerciales aumente, provocando el desplazamiento de la población local de manera física o sentimental.

Digamos que, el capitalismo trae crecimiento económico, diversidad, movimiento de personas… Pero también trae consecuencias negativas, que son asociadas al momento en el que los visitantes comienzan a ser un número mayor que el de los residentes, y su economía comienza a depender más del turismo que de otros sectores. En este momento, los turistas son vistos como “invasores” y el destino empieza a tener problemas sociales, medioambientales y económicos.

La construcción de la idea según la cual el crecimiento indefinido de visitantes es un hecho que beneficia a toda la sociedad y del cual deberíamos de sentirnos orgullosos: más promoción, más visitantes, más beneficio. Pero este beneficio es siempre económico (que tan solo beneficia a unos pocos); lo que hay que plantearse es si compensa frente al resto de los impactos, negativos.

El turismo proporciona una serie de soluciones desde la gestión inteligente en clave de herramientas para hacer frente a los impactos negativos presentados previamente: la solución espacial y la solución temporal.

La solución espacial trata de exportar el exceso de capital a una nueva ubicación geográfica en la que se pueda dar un nuevo desarrollo turístico (estas nuevas ubicaciones podrían ser destinos en su etapa inicial del ciclo de vida). Mientras que la solución temporal trata de desplazar lo que sobra del capital hacia una rentabilidad futura (puede darse invirtiendo en empresas que se prevea que den rentabilidad en el futuro gracias a dicha inversión).

Hasta el momento, los problemas del capitalismo se han solucionado con más capitalismo; el constante crecimiento como base del desarrollo turístico (inversiones que se realizan con la esperanza de que el número de llegadas y visitantes siga creciendo), consiguiendo solucionar el problema a corto plazo, pero haciéndolo más grande a largo.

Me atrevo a decir que la solución definitiva se encuentra en la gestión del desarrollo turístico; una gestión que haga que el sistema capitalista siga teniendo los efectos positivos que tiene, pero consiguiendo minimizar los negativos. Haciendo que el turismo no dependa del crecimiento constante, alejándose del del deseo de crecimiento continuo, y acercándose lo máximo posible a un sistema basado en lo común.

Quizás un ente que coordine a todos los agentes involucrados en el funcionamiento del sector turístico para la obtención (o al menos acercamiento) de un objetivo común y sostenible a largo plazo. 

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